Retrato de Arnold Schönberg realizado por Javier Herrero |
Arnold Schönberg
Música: Verklärte Nacht (Noche transfigurada) (1899)
Interpretación: L’Ensemble Intercontemporain dirigido por Pierre Boulez
Interpretación: L’Ensemble Intercontemporain dirigido por Pierre Boulez
Dos personas caminan a través de un desnudo bosque frío;
La luna corre sobre ellos, se miran en ella.
La luna corre sobre los altos robles;
ni una nube oscurece la luz del cielo
donde las negras ramas se extienden.
La voz de una mujer habla:
“Llevo un niño, y no es de usted,
camino en pecado junto a usted,
he cometido una gran ofensa contra mí misma.
Yo ya no creía que podría ser feliz,
y, sin embargo, tenía el fuerte deseo
de sentir la plenitud, la felicidad de ser madre.
Y por ello, he cometido un descaro,
así que, temblando, entregué mi sexo
a los brazos de un hombre extraño,
y así quedé embarazada por él.
Ahora la vida se ha cobrado su venganza:
Ahora te pertenezco, oh, te he encontrado”.
Ella camina con paso torpe.
Ella levanta la vista; la luna corre sobre ellos.
Sus ojos oscuros se ahogan en la luz.
La voz de un hombre dice:
“Ese niño, ese que tu has recibido,
su alma no es un carga.
Sólo hay que ver ¡cuan claro brilla el universo!
Hay un resplandor en todas las cosas.
Usted va a la deriva junto a mí en un oceano frío,
pero una calidez especial parpadea desde usted
hacia mí, desde mí hacia usted.
Esa llama tranfigurará al niño,
al que usted le dará vida, como si fuese mio.
Usted me ha traído la luz,
Usted ha hecho un niño de mí”.
Él posa su mano en sus anchas caderas
mientras sus alientos se entremezclan en el aire.
Dos personas caminan a través de la alta noche brillante.
La luna corre sobre ellos, se miran en ella.
La luna corre sobre los altos robles;
ni una nube oscurece la luz del cielo
donde las negras ramas se extienden.
La voz de una mujer habla:
“Llevo un niño, y no es de usted,
camino en pecado junto a usted,
he cometido una gran ofensa contra mí misma.
Yo ya no creía que podría ser feliz,
y, sin embargo, tenía el fuerte deseo
de sentir la plenitud, la felicidad de ser madre.
Y por ello, he cometido un descaro,
así que, temblando, entregué mi sexo
a los brazos de un hombre extraño,
y así quedé embarazada por él.
Ahora la vida se ha cobrado su venganza:
Ahora te pertenezco, oh, te he encontrado”.
Ella camina con paso torpe.
Ella levanta la vista; la luna corre sobre ellos.
Sus ojos oscuros se ahogan en la luz.
La voz de un hombre dice:
“Ese niño, ese que tu has recibido,
su alma no es un carga.
Sólo hay que ver ¡cuan claro brilla el universo!
Hay un resplandor en todas las cosas.
Usted va a la deriva junto a mí en un oceano frío,
pero una calidez especial parpadea desde usted
hacia mí, desde mí hacia usted.
Esa llama tranfigurará al niño,
al que usted le dará vida, como si fuese mio.
Usted me ha traído la luz,
Usted ha hecho un niño de mí”.
Él posa su mano en sus anchas caderas
mientras sus alientos se entremezclan en el aire.
Dos personas caminan a través de la alta noche brillante.
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